lunes, 10 de junio de 2013

VI Carrera Pencona.

...el año pasado no me atreví a correrla, me llamó mucho la atención su lema: "si abandonas serás humano, pero si continúas serás... eterno"



...su nombre también tiene lo suyo, "la pencona". Desde crío, cuando hablábamos de gente de Aldeanueva siempre les etiquetábamos con el adjetivo "pencones", nunca he sabido por qué, y nunca he sabido si era despectivo o mal sonante para ellos... lo que tengo claro es que a partir de ahora es una palabra que merece mucho, digamos... respeto.

...estaba yo tan impresionado todavía con la carrera de Jerte que me parecía imposible igualarla (aquí). "La pencona" es a Aldeanueva y a la Vera lo que la "Carrera de Garganta de los Infiernos" es a Jerte y al Valle. Creo que son las dos mejores carreras de Extremadura, con una trabajadísima organización y con el entorno propicio para sentirse montañero. En especial hay que agradecer el gran trabajo del amigo Enrique Granados y todos los implicados.

   Este año, lo que acabó de animarme fue sin duda la foto de la carrera de la edición de 2.012, la hilera de corredores aproximándose al paso de los buitres por esa ladera larga, larga y rocosa... La sensación que tienes cuando te ves en ese sitio y a su vez visionas la foto que tienes en la cabeza y apareces tú en ella, moviéndote despacito, insignificante ante la grandiosidad de la montaña, siguiendo a otros que como gotas de pintura de colores salpican las rocas y piornos.... La foto a la que me refiero es la que precede a este párrafo, hay que fijarse bien para ver...

   Todo cuadraba para que fuera el fin de semana perfecto, desde el viernes en Jarandilla, en casita, con la familia y amigos, descansando para estar en las mejores condiciones. Esa era la intención, pero claro, cuando unes estas dos palabras, "Jarandilla" y "amigos", de repente se une una tercera, "cerveza" que a su vez llama a otra cuarta "pinchos"... Ya sé que no es la dieta perfecta, y aunque me moderé bastante ya sabéis eso de: "No me toques las palmas..."

   Sin embargo la ilusión por la carrera era grandísima, tuve el honor además de contar con mi amigo Fer, que se inauguraba en esto de correr por la montaña con un dorsal a cuestas. También se unió a nosotros, ya el domingo, Rafa, más experimentado en pruebas largas pero también nuevo en esto de hacer el cabra. Fer y yo preparábamos la carrera desde el sábado, con ilusión nos fuimos a por los dorsales después de la siesta, y a la estricta dieta a la que me referí antes, añadimos una cena en forma de atracón de pizza, yo me decía a mí mismo: "esto es bueno, son hidratos". Pero claro, tantos... Para rebajar los posibles remordimientos tengo que decir que en la misma pizzería coincidimos con otros corredores, algunos de ellos paisanos, como Raquel Burcio y Casimiro Morales junto a otros amigos que venían de Don Benito.

   Hacía tiempo que no me acostaba tan nervioso, todo preparadito, en una habitación para mí solo intentando evitar despertarme mil veces por las ocurrencias nocturnas de mis dos termitas, que si bibis, que si pipís... me costó pillar el sueño...



   El día amaneció raro, el sol estaba, pero detrás de las nubes, como diciendo "cuando salga ya veréis", desde luego mejoraba a los días previos, en los que incluso llovió algo. A eso de las 7.00 partimos para Aldeanueva, y 9 minutos después estábamos aparcando, es lo que tiene ser de Jarandilla. Un gran ambiente, caras conocidas, muchas dudas en cuanto a la vestimenta, tenía pinta de que haría calor aunque a las 8.00 de la mañana hacía fresquito y había bastante humedad. Decidimos salir en manga corta, Rafa en tirantes, que es de Salamanca. Los primeros kilómetros muy despacito, los tres juntos, empiezan las primeras cuestillas, todo controlado, seguimos lentos, guardando fuerzas, esperando lo bueno. El sol por cierto salió al fin y nos alegramos de no llevar manga larga.





   El lema este año era: "El cielo y el infierno unidos en una misma carrera, La Pencona", el llamamiento a la épica era claro, pero nosotros no nos dábamos por aludidos, seguíamos a nuestro ritmo, subiendo cómodamente. Hicimos los primeros 9 kilómetros sin desgastar mucho, aprovechando los avituallamientos, que por cierto eran completísimos. A partir de ahí empezaba lo que nos habían contado, la subida de la foto. Aquello puso a todo el mundo en su sitio, Rafa se nos fue por delante, con sus zapatillas de asfalto y su camiseta de tirantes, como quien corre por el Paseo de Cánovas. Fer y yo seguimos juntos y afrontamos la zona de carrera en la que correr se convierte en andar y andar se convierte en agarrarse a las piedras y a las ramas para poder subir, como los lagartos, a cuatro patas. Empezamos a notar como el frío y la humedad se clavan un poquito más en el cuerpo, y empiezan las dudas, y la gente te adelanta, a Fer le veo muy cómodo, creo que podría haber ido más rápido que yo, pero seguimos juntos, al menos visualmente.







   Nos indican que arriba hay mucha niebla, muy poca visibilidad. Se opta por hacer el recorrido alternativo. Este tipo de cosas sirven para calificar a una organización, que ya tenía la respuesta preparada antes de que se formulara la pregunta. Recorrido alternativo, nos quedamos sin subir a La Panera. Una pena, pero eso le da un aliciente a volver el año que viene. La verdad es que arriba parecía que la humedad enfriaba los huesos poco a poco, había que buscar un punto de inflexión y el mío llegó en forma de bajada. Y que bajada, muy peligrosa, muy técnica, atravesando arroyos, prados, rocas, piedras sueltas. La peligrosidad evidentemente es proporcional a la velocidad que pretendas mantener, en mi caso simplemente no se bajar despacio y si el cuerpo lo permite voy a tope, a mi tope, claro está. Simplemente me dejé llevar, cuando me quise dar cuenta Fer ya no venía conmigo, adelanté a Rafa y seguimos bajando, disfrutando cada salto, evitando las caídas y los tropezones.




   Hubo alguno por ahí que aterrizó tres veces, como el amigo Don José María Díaz Alías de Tomate Running, menos mal que sin consecuencias graves. Yo tuve algún sustillo, lo típico, salto a ciegas de un piorno, se acaba el salto y el piorno sigue... de patas dentro del arbusto, pero no llegué a poner las manos en el suelo.

   La bajada seguía hasta que llegamos a un avituallamiento donde me encuentro a mi primo Susi, que alegría me dio. Le vi muy abrigado y mojado, comparto unas palabras y sigo, él sabe lo que es correr la Pencona, por eso subió tan alto a vernos. Ya llevaba demasiado tiempo sólo, como había decidido hacer la carrera con Fer tenía pensado esperarle en cuanto empezara el último repecho. Un tramo de aproximadamente un kilómetro con subidas que se hacen muy duras tanto por la pendiente como por los km que ya llevas en las piernas. Me di cuenta que me había alejado más de lo que pensaba por lo que hice la subida muy lentamente hasta que vi a lo lejos a Fer y a Rafa que venían juntos. Primero me alcanzó Rafa, que iba un poco mejor, le dije que tirara y yo me quedé con Fer.









   Continuamos los últimos kilómetros juntos, Fer iba bastante tocado (o eso decía) y me pedía que me fuera, lo que hice para no forzarle y dejarle tranquilo fue adelantarme unos 200 metros y mantener esa distancia hasta la zona de meta. El tío iría cansado pero no paraba de hablar con todo aquel socio que se echaba. Alcancé de nuevo a Rafa con el que llegué a la última recta, le dije que se fuera él sólo a falta de unos 100 metros al arco de meta, yo quería acabar con Fernando porque con él me metí en ésto. Además al fondo podía ver a nuestra gente esperándonos, estaban allí todos Mónica, Gema, Belén, Víctor, Alberto, mi cuñado David, mi primo Susi otra vez, los niños de todos y por supuesto como siempre Natalia, Olga y Virginia a la que ya se le nota la barrigota donde viene nuestra tercera pequeña. Nuestro podio de futuro...








      Ya estábamos por fin en meta, muchos abrazos, mucha alegría, una limonada buenísima y una gran bolsa de corredor, que más se puede pedir... bueno, que tal una piscina natural para meter las piernas y que el agua gélida te ponga los músculos a tono, pues también. El tiempo en meta fue desastroso, 2 horas y 52 minutos, pero no lo cambio por las sensaciones de acompañar a un amigo y de disfrutar como lo hice de los paisajes, que de otro modo no hubiese visto.







   Lo que estaba claro es que los ganadores eramos nosotros, cada uno de los corredores que  participamos en esta carrera, porque en sí mismo es un premio. El año que viene volveremos con nuevas ilusiones. Por ahora se acabaron las carreras largas, esta es la última antes del verano.



   Para acabar, un breve comentario sobre un artículo que probé en esta carrera. Había tenido problemas en entrenamientos largos con las dichosas piedras que entran en la zapatilla y que hacen que tengas que parar para sacártelas. Decidí buscar algún tipo de polainas que no fueran muy voluminosas y que pasaran inadvertidas en carrera. Probé las de Salomon, y me encantaron, no me acordé de que las llevaba, por supuesto no me entró nada y no se movieron del sitio a pesar de la dura prueba a la que las sometí. Resumiendo muy aconsejables, y a partir de ahora insustituibles para mis carreras de montaña.


   Próximas citas:

          - 5.000 m. Liga de Clubes de Atletismo. 22 de Junio 2.013. Cáceres.

          - Cross Nocturno de Navacerrada. 28 de Junio de 2.013. Navacerrada (Madrid).



Por ahora se acabaron las carreras de montaña hasta después del verano, espero que todos recarguéis pilas y nos veamos de nuevo en otras carreras tan buenas como "La pencona". Muchas gracias a todos aquellos a los que he "tomado prestado" sus fotos, la mayoría son de la propia organización.




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2 comentarios:

  1. Impresionante la narración con todo detalle de tus sensaciones en la carrera.Enhorabuena campeón!! Cuando leía se me ponían los pelos de punta!!!! Felicidades!!!

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    1. De eso se trata, de intentar que puedas sentir lo que yo sentía. Tú si que eres una campeona. Un besazo.

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