Corría (y nunca mejor dicho) el año 2.011, se aproximaba la Media Maratón de Montaña de Jarandilla. Por aquello de perderle el miedo a las cuestas e intentar hacer un buen papel en mi pueblo me decidí por buscar alguna carrera que tuviera algo de montaña.
Así
me encontré de casualidad con esta carrera, con la subida al Castillo de Portezuelo, por aquellos
entonces ni sabía dónde estaba Portezuelo ni me imaginaba que el castillo
estaba tan alto. Aquel recorrido era más corto, unos 14 kilómetros y sirvió
para empezar a saber lo que era subir cuestas, allí estrené mis primeras zapatillas
montañeras, mis inseparables “trabuco”, que buenas salieron…
El
año pasado me perdí su edición y este año me he obligado a correrla porque sabía
que en unos días sufriría un parón forzoso en mi temporada ya que el nacimiento
de mi hija era inminente.
La
plaza de Portezuelo se está acostumbrando a este tipo de eventos ya que hace apenas
unas semanas también fue punto de partida del Maratón Pueblo de los Artesanos.
Aquella vez nada más empezar subíamos al castillo, ahora no, ahora acabaríamos
allí. Se daban varias categorías, una “mini” de 15 km, una “larga” de unos 28
km, e incluso una prueba de BTT. En mi caso me decidí por la larga…
Desde
Mérida llenamos un coche, por una parte los de siempre, Juan Antonio, Javi
García y yo, y además dos nuevos fichajes, Pepín de Calamonte y Marco (otro
Marco) también de Mérida. Poco a poco vamos haciendo grupo, la verdad es que
con tan buena gente es muy fácil. Por una vez fuimos con mucha tranquilidad,
con tiempo de sobra, se repiten los rituales, allí vemos a Chisco, a José
Peseta, etc, etc…
…ya
estamos en marcha, nada más salir empezamos a subir. Viendo el perfil de la
prueba parecía que la primera subida era muy complicada, sin embargo se digiere
muy bien y conseguimos mantener buen ritmo, nos mantenemos juntos Javi, Pepín y
yo. Juan Antonio se ha ido a lo suyo, que es quedar entre los primeros.
Seguimos con buenas sensaciones y empezamos a bajar, bastante rápido. Ya nos
hemos quedado Javi y yo solos, y seguimos adelantando a mucha gente.
…hay
algunos tramos bonitos, con trochas rápidas, zonas verdes, preludio de lo que quedaba. Llegan las dos
últimas subidas fuertes con sus correspondientes bajadas, en estos tramos Javi
va más fuerte, de hecho me espera varias veces; casi sin querer llevamos más de
20 kilómetros y la verdad es que se empiezan a agarrar a las piernas.
Para
mí la carrera la podemos dividir en dos partes, muy desiguales, los primeros 24
kilómetros y los últimos 5-6 kilómetros… La primera parte, fue mi carrera, la
segunda directamente me sobró… es decir, a partir del kilómetro 23-24 que es
cuando empieza la parte más llana, mi cabeza dice que correr por allí es
tedioso y repetitivo… puede ser. La sensación que tenía era la de que se habían
metido kilómetros porque sí, repletos de nada… Esto es una apreciación personal…
entiendo que otra gente preferirá este tipo de carrera, yo sencillamente estaba
saturado de kilómetros “vacíos”. Por cierto según el recorrido eran 28 km, a mí
me salieron 29,6 km.
Por
tanto enfrascado en mi vía crucis particular,
buscando un castillo en la cima de algún cerro que nunca aparecía, buscando mi Cruz en lo alto del Gólgota… buscando mi monte con el
nombre de lo que estaba padeciendo… mi
calvario. Poco a poco, paso a paso, olvidándome de lo que es correr llego
al inicio de la subida al castillo, ya se me había olvidado el nombre de la
prueba, y subo, como puedo pero subo. En los últimos metros me alcanza Pepín y
entramos juntos en meta. Corremos para la foto…
…toda
la carrera la hice con mi móvil pegadito a mi cuerpo, por si una llamada
provocaba mi fuga destino a la familia numerosa. En el momento en que empecé a
escribir esta crónica mis dos hijas dormían en su cama mientras yo le ganaba el
tiempo a la noche recordando los pasajes de mi carrera en Portezuelo.
…en
el momento en el que estoy publicando esta crónica en mi blog, estoy sentado en
el sillón de acompañante de la habitación 116 del Hospital de Mérida. Tengo a
mi lado a Virginia, ya dormida, pero entre ella y yo, en una cuna de plástico
transparente tengo a India, mi hija, tiene dos días de vida y
parece que me ha dado a mí cien de lo mismo. Ella es mi única lesión por el
momento, es lo único que ha hecho que en los últimos tres años esté una semana
entera sin correr, por decisión propia, primero porque venía, y ahora porque ya
está aquí.
…bienvenida
hija, tus hermanas y nuestra vida nos esperan… Vamos corriendo…
...próximo destino, Carrera "El Pocito" (http://carreraelpocito.blogspot.com.es), el 15 de Diciembre en Calamonte, carrera solidaria a la que debemos apuntarnos todos, corramos o no corramos.
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...próximo destino, Carrera "El Pocito" (http://carreraelpocito.blogspot.com.es), el 15 de Diciembre en Calamonte, carrera solidaria a la que debemos apuntarnos todos, corramos o no corramos.
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Bonita y crónica y más preciosa hija..... Arriba!!!!
ResponderEliminarMarco, tú no has parado, lo que tú has hecho ha sido coger el sprint hacia la felicidad… Gracias por compartirla con todos nosotros. Un abrazo!
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